Hace demasiado tiempo que no escribo en estas páginas. Desde que a finales de 2019 decidiera transitar por otros caminos más alejados de la gastronomía e intentar el sueño de mi vida, dedicarme a la literatura y en especial al la ficción, he de reconocer que no ha sido fácil. El problema de perseguir tus deseos son los tiempos muertos, sordos y confusos del día a día. Saber que no esta pasando nada porque no te centras, no confías e incluso, porque te mueves a merced del viento sin control alguno. Me viene la imagen a la cabeza de una hoja de árbol en una tormenta de viento, puede que la hoja prefiera ir al norte, quedarse en el bosque o sencillamente pasearse por el césped de un parque, pero la tormenta caprichosa y violenta la arrastra, la zarandea y con toda posibilidad acabará en los sitios más inadecuados, ¿quizá en la ranura mugrienta de una alcantarilla?.
En el viaje del héroe, que me tiene tan interesada últimamente, porque resulta que focalizando en los argumentos de libros y películas muy frecuentemente se sigue este esquema simplón y manipulador. Como digo, en «el viaje del héroe» ese, normalmente señor fornido y sudoroso, atraviesa el desierto a más de 50ºC con una mini cantimplora y un trapo, que vaya usted a saber de donde lo ha sacado, y consigue, siempre por los pelos, llegar al oasis y casi por arte de magia, estar en perfectas condiciones.
Sin embargo para el común de los mortales, entre quien me incluyo, cualquier reto como pasar de escribir sobre gastronomía a la narrativa es de una dificultad inimaginable . Si viniera del mundo de la fontanería no sería más difícil. Solo se publican los libros premiados (sólo un 20% de ellos se los dan a autores sin agente literario), los de autores conocidos o personajes mediáticos. Me temo que si hoy presentaras a una editorial «Divinas palabras» de Valle Inclán, no la publicarían. Tener agente literario ya es como subir a la luna.
Luego esta el tema de la especialización, si escribes un poemario ¿eres poeta?. si escribes cuentos ¿Eres cuentista?, si tienes una obra de teatro entre tus borradores ¿Eres dramaturga?… Muchos piensan, ¿pero por qué no te decides? , mi respuesta es: no lo se. Cuando estoy depre escribo poesía, a veces, muy pocas, cuando estoy contenta. Cuando me acuesto se me ocurren historias, eso viene de los largos periodos de tiempo en la cama de un hospital cuando era pequeña, no había tablets, ni móviles.. y las proyectaba en el techo. Cuando me preocupa un tema filosófico, escribo teatro y cuando quiero contar un historia breve sin más, me encantan los cuentos literarios. Para colmo, en algunas ocasiones, y casi siempre porque me gusta estar con algunos amigos, no termino de dejar la gastronomía, en breve saldrá otro libro de la saga «Entre brasas», ahora «Entre humo». ¿Cómo una buena poetisa puede escribir gastronomía, biografías o teatro?. En otros tiempos si, ahora es más difícil.
Para colmo ahora los escritores somos también clientes para las editoriales. Se han dado cuenta de que todo el mundo quiere ser escritor, el recién jubilado, el parado, el que ha dado un pelotazo, el que tiene un blog y piensa que sus miles de seguidores lo regalarán… y cuando vas a una editorial te piden que les pagues, esos que cuando no se vende tu libro en el primer año, lo queman y te engañan diciendo que están deteriorados. La perversión no termina ahí. Los libros de los autores mediáticos son más baratos porque calculan ventas mayores, y el que consigue publicar siendo desconocido ve como su libro tiene un precio muy superior, que es otra razón más para no venderse.
En mi haber dos poemarios: «Surcos» (presentado a un concurso) y «Moléculas, diccionario poético esencial (poesía y prosa poética), varios relatos: «Némesis» (presentado a un concurso), «Mamá Lola» (que pronto saldrá publicado en un libro coral: «Ellas escriben», una obra de teatro: «La llave azul» (pendiente de revisar), una saga de cuentos: «Boboolla, la oveja prodigiosa» y una novela, aún sin título, en la que estoy trabajando.
Esta es mi travesía por mi particular y árido desierto lleno de de trampas con las que me auto boicoteo, lleno de ruido y paisajes abisales y de ese plomizo calor que te lleva al encefalograma plano, a la nada. De vez en cuando asomo la cabeza, cojo una bocanada de aire y sigo caminando.
1 Comments
Raquel
¡Ánimo, que tú puedes con todo!